12 de diciembre de 2009

No sé si sacar la cabeza



A pesar de que por fin empezaban a calentarse mis bigotes dentro de aquella bolsa, no me gustó demasiado viajar en tren. No sé por qué, pero los humanos que se meten en esos vagones parecen ir con prisas a todos los sitios!!!
Al final el traqueteo cesó y de nuevo salimos en la calle. Yo, que seguía bien acurrucada en esa bolsa, y solo me atrevía a asomarme al exterior de vez en cuando, empecé a temblar como una hoja cuando, de repente, una mano humana me levantó en el aire.
De pronto me encontré frente a un hombre vestido de blanco, al que los humanos llaman veterinario, que dijo: "Llévesela una semana a casa señora, con lo débil que está la gata, si le metemos en el refugio con el resto de animales no va a durar ni dos días". Y de nuevo me vi metida en la bolsa, rumbo a no sé donde...

2 comentarios:

  1. Afortunadamente alguien se hace cargo de llevarla al veterinario y la mete en su bolsa rumbo a algún lugar desconocido...
    Cuántos animales no tiene la misma suerte...
    Está genial contar con testimonios como este que acercan a las personas esta realidad. Ánimo! y adelante con el blog!

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  2. Tienes razón Bortiz!!
    Hay un montón de animales que necesitan un hogar. A cambio dan mucho cariño a sus dueños si se les educa y cuida adecuadamente. Conozco a personas que estaban atravesando una depresión y que adoptar un perro les obligó a salir más a la calle y a socializarse con gente de su entorno.

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